La vida era perfecta al llegar las vacaciones; más si esas vacaciones se disfrutaban en la casa materna de Banco Obrero en Cocorote

martes, enero 02, 2007

Rafael Eustaquio Parra El "Flor del Mundo"

(Flor del mundo dispuesto a bonchar)
Se le fue su amor, se le fue su querer, pobrecito…
Con esta canción normalmente recibía a la gente cuando llegaban a la casa de Nené (Martha de Parra) y el se encontraba “ingiriendo”….
Anecdótico, peleón, enamorao, chistoso, artista y chofer en el transporte Coromoto, en fin bohemio, fue siempre un personaje que se hacía sentir. Rafael Eustaquio Parra nació el día de los muertos del año 36 en el barrio Campo Alegre de Cocorote. Sus padres Damiana Parra y Polo Aponte lo criaron junto con sus hermanas y el cabito Parra (vaaale Julián), enseñándoles oficios como la artesanía de barro cocido. Las pimpinas, ollas, sartenes, porrones y floreros nacían de sus ágiles manos a través de la liga de varias clases de arcillas que nos hacia recoger, en las cabeceras de la Playita, por los lados del liceo Álvarez de Lugo al igual que por Taracoa. Esta arcilla era finamente cernida y luego las unía en mezclas proporcionales hasta dar con el barro moldeable al tacto que sólo el conocía.
Su sobrenombre lo llevaría por el mismo Polo, quien se ufanaba con todo cocoroteño que se acercara, que su hijo era la Flor del mundo y así lo conoció toda una generación.
Pero su carácter extrovertido y juguetón más de una vez lo pusieron en aprietos. En una oportunidad junto a su patota, le vendieron la idea a Juan Pérez que le levantara las faldas a la Virgen en plena procesión de la Semana Santa para verle los justanes (…). Corrían los años cincuenta y la temible dictadura de Pérez Jiménez tenia sus esbirros hasta en esos pequeños pueblos. Cuando Juanperón se le acerco a la Virgen y le lanzó el manotaso a las faldas, rápidamente fue apresado por la Seguridad Nacional y al preguntarles con quien andaba, Juan señaló a la partida de vagos, por lo que cayeron todos presos. Menos mal que la cosa no pasó de allí y quedó fue la anécdota de preguntarle a Juan de que color tenia los justanes la Virgen y el decia que lo que habia visto era puras maderas…
En otra oportunidad, estaban realizando una maratón ciclística en Cocorote. Todo comenzó muy bien hasta que flor del mundo se puso dizque a ayudar a refrescar a los ciclistas dándoles agua cerca del Bar Yacurito hasta que se le ocurrió que con un tobo era mejor y en cuanto pasó un pelotón, les arrojo el agua con tanta fuerza que rodaron casi todos, de vaina y no lo masacran pero salio ileso…
En otra lo invitaron a ser San Nicolás en unas navidades y lo montaron en un camión a repartir caramelos a los vecinos de Cocorote. Sin embrago, cuando se aburrió del trabajo, lo que hizo fue lanzar los caramelos con tanta furia que prácticamente se convertían en proyectiles dolorosos y apenas veían la carroza aparecer la gente corría a protegerse de los caramelos proyectiles.
Pronto dejó a Cocorote para irse al Servicio Militar Obligatorio, siendo plaza del batallón Justo Briceño, el cual siempre lo recordaba cuando veía a alguna persona con flojera: ¡Ah mundo un Justo Briceño!!!! rememoraba, mientras contaba que lo hicieron hacer flexiones de pecho encima de una bosta de ganado, hasta que se cansó y su cara fue a dar a la plastíca. Je je…
Luego vino su época de enamoramiento, a la nene la enamoraba llevando a la casa de Ana Eustacia, sendos sacos de verduras, frutas y hortalizas que según su parecer era la manera de enamorar primero a los viejos (a pesar de lo ordinario) y luego la cuestión era mas fácil.
Su peleas eran de conocimiento público, los salones del Bar El Naranjal lo vieron pegar y correr cuando la ocasión era pertinente, siempre con la corbata sostenida con un pequeño alfiles en la parte trasera del cuello, a los fines de que si alguien trataba de agarrarlo por la misma, al contendor le quedara en la mano mientras que el aprovechara para golpear primero. Esas peleas tuvo que controlarlas al caer preso en una oportunidad, por haberle arrancado la nariz a otro de un mordisco.
Llego el tiempo de los muchachos y les salieron unos cuantos: Jonny, Jovanny, Yanira y Yomar (panza, bonete, librillo y cuajar) luego Moisés Yolimar y por otro lado a Wilder Rafael y a Soireth.
De su trabajo como chofer cubrió la ruta Puerto Cabello – San Felipe, trabajando con su carro y luego con la camioneta del papá de los gordos de Cantarrana, Marcos (qepd) y Eddie.
Finalmente se retiró para trabajar ocasionalmente en la parcela de Yolimar y haciendo sus piezas de barro al son de sus palitos de cocuy ¡ayayay!!!! y sus canciones de Javier Solís y Jorge Negrete.
Hoy, dos de enero del 2006 se está cumpliendo un año de su muerte, cuando el año pasado, celebrando la nochevieja con unos palitos de lo que se le atravesara, salio a dar el feliz años a los vecinos como se estila en Venezuela y un ACV fulminante lo arropó, muriendo feliz y en su Ley como me señalaba Pablo Antonio Flores en el funeral…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buena la historia del sr Rafael, lo conoci muy poco pero bonitos recuerdos me qedaron, y se que debe de estar en el cielo junto a sus seres queridos y a sus 2 nietas.

Anónimo dijo...

Muy buena la historia del sr Rafael, lo conoci muy poco pero bonitos recuerdos me qedaron, y se que debe de estar en el cielo junto a sus seres queridos y a sus 2 nietas.