A partir de 1977, cuando se entregaron las nuevas instalaciones de la escuela León Trujillo, teníamos a nuestra disposición las canchas múltiples del colegio para jugar a nuestras anchas. Un año más tarde, cursaba el sexto grado y mi maestra un tanto enferma, llegaba por lo general un poquito tarde a clases, (a lo sumo, media hora) un caso excepcional en las maestras de pueblo, puesto que verdaderamente apreciaban su trabajo y “La Nena” quien vivía en La Ascensión, al no querer importunar a otras maestras, mas bien prefería que estuviéramos en la cancha.
Cómo todo era nuevo, disponíamos en “educación física” de todo. Convertíamos la cancha de básquet en futbolito de salón al tener nuestras flamantes porterías y los balones medicinales hacían los suyo en aquella época de crecimiento.
Cierta vez el entrenador del Colegio, viendo el nivel con que jugábamos futbolito (éramos buenos) nos consiguió un encuentro amistoso con el equipo de Farriar. No me acuerdo de todos pero para ese juego fuimos alumnos de quinto y sexto grado tales como Franklin “peo culebra”, Jhon Páez el hermano de Tuto, José Tortolani, D´Lucas, Omar “nene” Riera, El “condorito” de La Morita, Chipi chipi de Libertad, Bermudez frente a la Zamaría y otros que se me olvidan,
Me acuerdo que el bus que nos llevó, era el blue bird recortado del IND que estaba pintado de anaranjado igual al que tiene Tato Montero en su casa.
Cuando llegamos al complejo deportivo de las “Estrellas de Veroes”, nos dieron una vuelta por el estadium de béisbol y el gimnasio de boxeo. Vale destacar que esta comunidad, llamada la zona negra de Yaracuy, es cuna de grandes deportistas como Allinson, Melvin o Jovito, entre otros. Son pueblos nacidos de los esclavos traídos de África y los poblados que lo integran son El Chino, Agua Negra, Palmarejo y Farriar.
Al final el juego comenzó y ahí mismo comenzaron las dificultades. La grama del estadium de fútbol estaba tan alta que el balón no se veía. Los muchachos locales jugando descalzos, conocían tan bien el terreno que no cesaron de meternos goles y a veces parecía que había más de nueve jugadores, Por último un chaparrón del demonio azotó el final del juego y tragamos barro hasta que nos cansamos por lo que a todos nos dio una gripe tremenda .
Cuando nos veníamos a Cocorote (friolentos, cansados y enfermos), la alegría de los negritos era tal que al montarnos al autobús, nos hicieron una especie de danza de tambores y en son de burla daban giros en un solo pie, evocando todo aquello un gran festín africano… Wiiiiipigi, no metimos ni un solo gol…
Mis respetos a la cantera deportiva de Yaracuy
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