La vida era perfecta al llegar las vacaciones; más si esas vacaciones se disfrutaban en la casa materna de Banco Obrero en Cocorote

martes, diciembre 29, 2015

El origen de la Hallaca y de la Arepa



Sobre la arepa y la hallaca existen muchos mitos. La historia apenas se empieza a desentrañar cuando un viejo manuscrito es encontrado en el Museo Británico de Londres en 1992 por el Profesor José Rafael Lovera de la UCV, quien estuvo detrás de la historia del florentino Galeotto Cei, el cual dejó para la posteridad su Viaggio e Relazione delle India (1539-1553), para darnos a conocer el origen real de estos dos alimentos venezolanos, cuando por fin es reeditado al español en el año 1995.

En relación a la hallaca venezolana, el italiano consagra el primer registro de la historia de éste alimento:
“Al maíz, lo ponen en remojo de un día para otro y lo muelen en ciertas piedras, hechas como se ve en el margen, un poco curvas, dándole encima con otra piedra, que se tiene en las dos manos; pónese una india en cuclillas o arrodillada, por un costado de la piedra, poniéndole encima en su lado cóncavo un puñado del grano y un poco de agua y con la piedra a dos manos lo va moliendo, hasta que lo hace masa, después hacen unas panelitas como pastillas de jabón y las envuelven en hojas del mismo maíz o de caña y poniéndolas a cocer en una vasija grande de tierra, donde caben muchas, dándole a cada indio una o dos y algunas veces las guardan tanto que se vuelven ácidas...(...) y a esta clase de pan llaman aiaccas
Y es que Cei dibujaba igualmente lo que observaba entre el pueblo caquetío que se enseñoreaba en un importante poblado aborigen de nombre Variquisimeto, visitado poco antes por el alemán Nicolás Federmann de la Casa de los Welser,  a quien el Rey Carlos I de España, le otorgó la responsabilidad de explorar y explotar el territorio de la recién creada Provincia de Venezuela la cual se encontraba inexplorada.

Con respecto a la arepa, el italiano escribe lo siguiente:
“Hacen otra suerte de pan con el maíz a modo de tortillas, de un dedo de grueso, redondas y grandes como un plato a la francesa, o poco más o menos, y las ponen a cocer en una tortera sobre el fuego, untándola con grasa para que no se peguen, volteándolas hasta que estén cocidas por ambos lados y a esta clase llaman areppas y algunos fecteguas”.
Pero,  ¿quién es éste Galeotto Cei?,  Nacido en Florencia el 29 de abril de 1513, viaja al nuevo mundo en el año de 1539. Según Guerra W. (2013), Cei es uno de los viajeros tempranos de este continente. Una especie de pariente pobre de los Medici que viene a América atraído por las noticias  que circulaban en Europa sobre lo fácil que era hacer una rápida fortuna en estas promisorias tierras.

Prosiguiendo con Jiménez M. (2009),  fue un comerciante florentino exilado en España, castigado por intrigas y razones políticas de la corte italiana, intenta con resultados no siempre exitosos establecer negocios activos e importantes para el comercio de aquellos países. La burocracia, el fanatismo religioso y la flojera de los españoles frustran sus proyectos comerciales.

En opinión de su estudiosa Luciana de Stefano (2002), Cei desestima la publicitada riqueza del Nuevo Mundo, no se hace eco de la leyenda de El Dorado y descree de las Amazonas y otras invenciones de los conquistadores. Reconoce la condición paupérrima en que viven indígenas y españoles comunes, aunque estos, todos, “donde no sienten riquezas no se acercan”, según el viajero. Muere en su ciudad natal el 10 de junio de 1579, luego de escribir sus memorias.

Ojalá y tuviéramos la suerte de leer completo este libro denominado Viaje y descripción de las Indias, 1539-1553 de Galeotto Cei - estudio preliminar, notas e índices, José́ Rafael Lovera; traducción, Marisa Vannini de Gerulewicz.  Fundación Banco Venezolano de Crédito, 1995 - 177 páginas. Colección V Centenario del encuentro entre dos mundos 1492-1992, 1498-1998.

Vale decir que de acuerdo con el Dr. Omar Verde, el libro está a la orden en la Sala de Reserva de la Biblioteca Central de la UCV. Instituto de Investigaciones históricas. 
Imágen: cortesía de tochadas.net.ve y venezuelatuya.com

lunes, diciembre 14, 2015

La Pensión Lara de Cocorote y sus morocotas



Al escribir sobre la Pensión Lara de Cocorote, me remonto al final de los años 30 del siglo pasado, cuando su dueño el General Bruno López Fonseca luego de la muerte del dictador Juan Vicente Gómez, se estableciera en este humilde pueblo para guardar sus armas de combate y hacerlo para siempre su cuartel de invierno.

Tres han sido las referencias para fortalecer la historia. El primero fue por parte de Alfredo Victoriano Aponte, cocoroteño desaparecido quien me habló holgadamente de la Pensión, ya que por mucho tiempo su madre, la Señora María Aponte trabajó en la cocina de ese negocio y él con apenas unos seis años, ayudaba a los pasajeros a llevar las maletas hasta las habitaciones. La segunda referencia provino del blog Tapping Yta, donde existe un post escrito por un familiar directo del General Bruno López, haciendo referencia del sitio y del lugar con una descripción bien interesante por lo que se hace importante abordarlo y finalmente, a través de la mente privilegiada del cocoroteño-porteño Bartolo Pineda, quien recuerda claramente el establecimiento hotelero.

Lo primero que hay que señalar es el momento que vive Venezuela cuando abre sus puertas la Pensión Lara. A raíz de la muerte del dictador Juan Vicente Gómez, nuestro país empieza a despertar del largo letargo que le indujo la dictadura. Tanto así que apenas se va teniendo razón del boom petrolero y es en este momento que comienza el desplazamiento de grandes cantidades de personas hasta las zonas de extracción petrolera como lo son el oriente y el occidente venezolano. Yaracuy como hasta ahora, no tenía nada que ver con las zonas petroleras, pero era sitio obligado para llegar a Barquisimeto desde el centro del país y con ello a la tierra del sol amada, puesto que la Carretera Trasandina atravesaba el pueblo por todo el medio, es decir, a través de su Calle Real, la cual es hoy en día la calle Bolívar.

En relación a la carretera Transandina, vale decir que muchos de sus tramos fueron realizados por prisioneros en tiempos de Gómez. Su infraestructura era rudimentaria y la mayoría de los ríos carecían de puentes. El río San Jerónimo era uno de ellos, en tiempos de verano su paso era sin inconvenientes. No obstante cuando se acercaba la época lluviosa, su imponente cauce hacia esperar largas horas a los viajeros. Era ahí que la Pensión Lara entraba en acción, puesto que los choferes de los autobuses de la ruta RC los cuales eran de madera,  se devolvían a la Pensión Lara a pasar la noche.  Deduzco que quienes quedaban del otro lado del río iban a parar a Guama.

Pero, los viajeros tenían que comer. Es por eso que el pueblo entero de alguna manera participaba en aquella actividad hotelera, ya que gallinas y pollos eran vendidos por muchas familias de la zona para satisfacer las necesidades de alimentación, así como también rubros diversos como raíces y tubérculos, frutas, verdura y hortalizas y finalmente cereales y oleaginosas a los fines de hacer las comidas. Vale decir que la esquina donde estuvo alguna vez situada la Pensión Lara, motorizaba la economía cocoroteña.

Esta Pensión, quedaba exactamente en la esquina de la calle 7 cruce con avenida Bolívar. Esa esquina sigue siendo referencial comercial. Pero sigamos en los años 40. Cerca de allí,  frente a Jarro mocho quedaba diagonal un cine cocoroteño donde la época de oro del cine mexicano hacía estragos en este preciado pueblo a través de sus grandes estrellas tales como Pedro Infante, Jorge Negrete o María Félix, los cuales eran exhibidos por los carteles guindantes que llevaba puesto nuestro singular Juan Pérez, quien para la época anunciaba las películas de éxito del cine, acompañado por una enorme matraca con el propósito de llamar la atención a los viajeros de la Pensión Lara.

Igualmente existía un botiquín que hasta no hace mucho funcionaba en la esquina contigua a la Pensión, espacio donde hoy se encuentra la charcutería de los Daza y el primer mercado cocoroteño según, estuvo en donde hoy está ubicado el Abasto Venezuela. Total, a pesar de que Cocorote siempre fue un pueblito, no por eso dejaba de ser movido.

Distinguidas personalidades llegaban igualmente a saludar al General Bruno López. Este pueblo fue visitado por el General Eleazar López Contreras,  Presidente de la República (1935-1941) Igualmente la pensión era visitada por los insignes periodistas Alberto Ravell y Kotepa Delgado, así como también por el poeta de la generación del 28 Antonio Arraiz; quienes fueron con mucha posibilidad, compañeros de infortunio del General Bruno Fonseca cuando estuvieron presos en las mazmorras del Castillo Libertador en Puerto Cabello.

Vale decir que de acuerdo al post de Tapping Yta,  el General murió en 1942 y con la construcción de la carretera panamericana con su puente de hierro en el río, dejo a la Pensión con muy poco que hacer, razón por el que al fin cerró sus puertas. Al poco tiempo esa inmensa casona colonial fue derribada por su nuevo dueño, el Sr, Jorge Chabarek, a los fines de construir espacios comerciales y su casa de habitación. Desde esa época existe un antiguo rumor pueblerino y era que al tumbar una pared, se destaparon unas monedas de oro conocidas como “morocotas” y que el dueño del lugar tuvo la  suerte de recogerlas integras.  Así pues nació el Almacén Las Tres BBB, por lo que otra vez se hace presente el refrán que dice: “Dios no le da cacho a burro”. Je je  

viernes, octubre 02, 2015

SOBRE LA FUNDACIÓN DE COCOROTE Y OTRAS HISTORIAS OLVIDADAS

Francisco de la Hoz Berrio y Oruña, Fundador de
San Jerónimo de Cocorote en 1620
Cerca de ocho años tiene la página wiki de Cocorote esperando que se desarrolle la sección de historia en su repertorio. Y es que cuando se editó por primera vez, influenciado por el ánimo de enterrar para siempre a la arrogante y onerosa enciclopedia multimedia de la casa de Microsoft denominada Encarta, (cuestión que se llegó a cumplir), no poseía datos precisos sobre la interesante historia de la patria chica. Hoy, cuando se puede acceder de manera interactiva a un importante número de bibliotecas, tales como la Biblioteca Nacional de Venezuela, la Academia Nacional de la Historia, Bolivarium o la del Archivo General de Indias de Sevilla, se ha encontrado suficiente información como para dejar claro la historia de Cocorote, en el periodo de la conquista alemana y española (unidos en un solo reinado) a la Provincia de Venezuela a partir del siglo XVI.

La historia escrita de Cocorote se inicia por intermedio del explorador alemán Nicolás de Federmann, quien arribó a tierras venezolanas en 1530 por instrucciones de sus apoderados Los Welser, familia de banqueros alemanes a quienes, por decisión del Rey Carlos I de España (1500-1558), se les otorgó la responsabilidad de explorar y explotar el territorio de la recién creada Provincia de Venezuela la cual se encontraba inexplorada.

Es de hacer notar que Federmann, en una búsqueda incesante del Mar del Sur (Océano Pacífico) inició su periplo desde la primera capital de la Provincia de Venezuela Santa Ana de Coro, que recientemente había sido fundada (1527), adentrándose por la sierra falconiana el 12 de septiembre de 1530 para seguir rumbo a tierras del actual estado Lara pasando por Aguada Grande, Bobare, Carora y Barquisimeto. Luego proseguir hasta los llanos portugueseños pasando por Acarigua y las selvas de Turén, y continuar hasta muy cerca de El Baúl (Cojedes) y regresar casi por la misma senda hasta Variquisimeto (Barquisimeto), para luego girar al este; es decir, hacia el Valle de las Damas en marzo de 1531.

Vale destacar que en este valle, encontraron una nación de “indios fuertes y bien proporcionados y bellas mujeres” pasando por Cuara (Campo Elías), Guama y finalmente Cocorote, donde Federmann decidió subir el macizo aroeño por las Cumaraguas hasta el valle de Aroa y proseguir hacia el este y llegar a la actual zona negra y desplazarse por el curso de un gran río caudaloso que le recordaba al imponente Rhin europeo y al que los aborígenes llamaban Iracuy hasta llegar a su desembocadura y desde allí; costeando el mar, llegar nuevamente a Coro. En todo el recorrido se topó con innumerable naciones aborígenes que hasta ese entonces eran los dueños legítimos de esas tierras tales como Caquetíos, Xideharas (Jirajaras), Ajaguas, Ayamanes, Cuibas, Cyparicotes (Chipas), Itotes, Guaycaries y Cuyones, entre otros.

Es importante acotar que Federmann, así como los que lo secundaron en el periodo de la llamada “capitulación alemana”, no tuvieron contemplado la fundación de pueblos, (Según Brewer A ) ya que era necesario poblarlos y convertirlos según lo establecía una antigua Ley de Castilla denominada “Código de las Siete Partidas”. La realidad es que los alemanes vinieron al nuevo mundo fue para pillar todo el oro que pudieran y eso exactamente hicieron.

Es por eso que al culminar la capitulación alemana (1547), y proseguir los españoles con la exploración del territorio venezolano, fundaron varias ciudades durante la segunda mitad del siglo XVI, siendo diversos los motivos para hacerlo, y que según Troconis E, fueron los siguientes: militares, religiosos, étnicos, económicos y motivos de defensa. Vale decir que Cocorote nuevamente fue visitado por europeos a los fines de identificar su capacidad aurífera, donde se llegó a encontrar muestras de oro en la quebrada de Cocorote en tiempos de Juan de Villegas, gobernador de la Provincia de Venezuela entre 1549 y 1553 pero viendo su escasa cantidad, fue desechada.

Por otro lado, con la fundación de las ciudades fue posible el otorgamiento de “encomiendas” que en la actualidad sería similar al establecimiento de una hacienda. El sistema se iniciaba cuando el gobernador de la provincia venezolana entregaba grandes extensiones de tierras a pobladores de rancio abolengo así como también a soldados que habían intervenido en la conquista para que la explotaran comercialmente y la desarrollaran. Es bueno acotar que los aborígenes venezolanos desde 1530 eran reconocidos como “vasallos libres” lo que suponía que si estos vivían dentro de las tierras adjudicadas al sistema de encomiendas, debían pagarle al dueño un tributo o impuesto, pero como eran tan pobres, éste impuesto lo cancelaban con servicios personales al trabajar en las haciendas de los encomenderos en las más miserables condiciones de esclavitud que tanto negaban sus dueños. En esas circunstancias dejamos a Cocorote en el siglo XVI.

Con la llegada del siglo XVII, el sistema de encomiendas había perdido vigencia en la Corte de Felipe III, Rey de España y Portugal para ese entonces. Vale decir que a raíz del trato inhumano que recibían los aborígenes en las encomiendas y lo poco que arrimaban los encomenderos en términos de impuestos al Reino, se consideró eliminar tal sistema y auspiciar el nacimiento de los pueblos doctrinas. Es por eso que en el año 1618, cuando llega a nuestro país Fray Gonzalo de Angulo para encargarse del obispado venezolano, trajo consigo las Cédulas Reales (especie de decretos) sobre la fundación de pueblos. Es por esto que el gobernador de la Provincia de Venezuela para el momento, Francisco de la Hoz Berrios se tomó bien en serio y al pie de la letra lo estipulado en la Cédula, puesto que se encargó de fundar y refundar poblados venezolanos a todo lo ancho y largo del país.

Cocorote no fue la excepción. Durante el año de 1620 la ranchería de aborígenes Chipas o Ciparigotos  situada en las faldas de la Sierra de Cocorote, se le fundó con el nombre de San Jerónimo de Cocorote; es decir que para el año actual, se están cumpliendo 395 años desde que Francisco de la Hoz Berrio le cambió el nombre al pueblo y el de otros cientos; con el afán de culminar con el sistema de encomiendas (enmarcada en la propiedad privada) y consolidar los pueblos doctrinas (enmarcados en el derecho público), para apoyar las necesidades crecientes de alimentos y mano de obra de las ciudades venezolanas.

Mientras esto sucedía, los blancos peninsulares y criollos fueron llegando a San Jerónimo de Cocorote interesados por las bondades de éstas tierras, sobre todo por la producción de cacao que era de muy buena calidad. Pero había un problema, este pueblo era de "indios" y por lo tanto no apto para alcanzar las condiciones que el rancio abolengo clasista y racista colonial requería para el buen vivir. Es por eso que sin los permisos del cabildo barquisimetano, dichos blancos y criollos fueron creando un pueblo junto al de San Jerónimo de Cocorote al cual denominaron “Cerrito de Cocorote”, que sin mucho preguntar, según comenta en uno de sus libros el historiador Ambrosio Perera, quedaba “contiguo” a la quebrada La Virgen a los fines de surtirse de agua y que Freytez citando a Domingo Aponte, advierte que la iglesia de éste desaparecido pueblo estaba ubicada en un montículo. Esto nos induce a pensar que dicho poblado no podía quedar lejos de la actual ubicación de la estatua del General Páez o mejor aún, como comenta Luis Mulehman, del reciente Urbanismo Pie de Montaña.

De lo anterior se desprende el hecho del porqué San Felipe se convierte en Capital mientras Cocorote queda relegada a ser una humilde población yaracuyana: ésta ultima era una pequeña población preshispánica que fue atrapada por la historia del ambicioso Federmann buscador de oro y lo único que dejó para el mundo, fue el nombre de su montaña (Sierra de Cocorote) tal como se evidencia en antiguos mapas yaracuyanos. Es por eso que cuando se funda el primer poblado aroeño, su creador Sánchez de Oviedo; tal como lo cita Ybrain Oropeza, lo denominó “San Francisco de Cocorote”. Luego, cuando la importancia de las minas superó al legado de Federmann, el nombre de Cocorote fue cayendo en desuso.

Por otro lado, los pobladores cerritenses o grandes cacaos antes de ser trasladada al Valle Hondo y fundar “San Felipe El Fuerte”, se habían situado en ese escondido paraje cocoroteño provenientes sobre todo de Barquisimeto y estando ellos aquí, vieron la oportunidad de hacerle trampa a la corona española: no le vendían a sus propios coterráneos puesto que eso implicaba venderles al precio establecido por ellos, además tenían que cancelar los tributos al rey de manera involuntaria por lo que estos pillos sanfelipeños le vendían su producción cacaotera a enemigos de la corona como los holandeses, que a través del río Yaracuy terminaban por sacar el valioso producto hacia Europa por la vía del contrabando.

La conclusión entonces, no se hace esperar. En San Felipe era donde se “batía el cobre” y en Cocorote, así como también en Guama (fundada a la par de Cocorote, según el escribano Juan Luis de Antequera), se encontraba la mano de obra necesaria para desarrollar las actividades primarias y en el mismo orden de ideas; a manera de epílogo, se puede mencionar que Cocorote en el devenir de su historia se manifiesta como un pueblo compuesto por personas trabajadoras y honestas, ya que frente al pillaje de Federmann o las ambiciones de los blancos y criollos cerritenses, demostraron incansablemente su vocación por la agricultura, el trabajo digno y la igualdad entre los hombres, así provinieran de otras latitudes.

jueves, septiembre 10, 2015

Los Irreverentes del CUAM

La verdad es que todo tiene su final. Después de dejarme acompañar por los estudiantes de administración de Aduanas por tantos años, me llegó el día de decirles adiós. Otras responsabilidades están apremiando y queda por culminar este periodo lectivo que termina en diciembre con los jóvenes que están en pasantías. Un largo adiós a esos chamos que entre risas y locuras, se llevan parte de mi corazón y mis esperanzas por un mundo mejor. Salud amigos...



Con el primer grupo se encuentran junto a mi, los Técnicos Aquiles Gallo, Rafael González y Miguel Mendoza y en la otra fotografía con Mairee Corona quienes con sus sueños, locuras y  aprietos me alegré de que por fin se graduaran je je. Dios los bendiga

miércoles, agosto 26, 2015

Desempolvando

Dicen que a la tercera va la vencida. En esta ocasión se me ocurrió utilizar una imagen distinta al bancobrero original a ver si conseguía ponerme al día nuevamente. La verdad es que me interesa volver a escribir, sobre todo de eventos que van desarrollándose y es bueno dejar alguna referencia.

A propósito de lo anterior, vale decir que al comienzo de mis primeros post, me hacía acompañar del Mauricio con mucho énfasis, pero como sucede siempre al llegar la adolescencia, el chamo tiene muchas cosas que hacer. El nuevo acompañante se llama Elier Alberto, quien en estos días no pierde oportunidad para andar del timbo al tambo con mi persona y es por ello que se los presento.



Es bueno acotar que, como anda de vacaciones, me lo traje a Fundacite Yaracuy para sacarlo de la rutina (o meterlo en otra) je je, bueh, no le gusto mucho eso de andar solamente en la oficina sino que anduvo mas por su cuenta que otra cosa y por supuesto, como son pocos los visitantes por estos días de asueto, mis compañeros estuvieron atentos al muchacho; inclusive, cuando nos llegó la hora de comer hasta le consiguieron un poco de su plato predilecto pero un tanto desaparecido: caraotas (con un toque de azúcar), con arroz y tajaditas. Caramba como pasa el tiempo, llegó el primer nieto y no sólo eso, pa'rriba y pa'bajo como la cochina de Martín Garrido.