La vida era perfecta al llegar las vacaciones; más si esas vacaciones se disfrutaban en la casa materna de Banco Obrero en Cocorote

domingo, diciembre 03, 2006

Fiesta electoral en Cocorote





Soy votante en la UE León Trujillo de Cocorote. Cuando llegué a eso de las diez de la mañana, existía a la entrada de la escuela una cola que hacia desistir de votar pues el sol ya había calentado lo suficiente como para que la pared del colegio se pusiera a hervir a la gente con su resplandor.. Sin embargo, al poco momento de incorporarme a la fila, un funcionario del Plan República solicitó a los votantes que tuvieran su cédula con terminación entre 07 y 11 que los acompañara.
Salimos pues de la cola unos cuantos (entre ellos Jessica, la hija de la maestra Gladys Moreno) a la entrada y prácticamente en un santiamén votamos, no sin antes percatarme que, había una enorme cantidad de tarjetas electorales en el panel electrónico que a más de un elector le tomaría desprevenido. Sumado a eso, el mismo cartón que colocan para resguardar el secreto del voto traía como consecuencia la escasa visibilidad del panel lo que permitió que algunos electores se confundieran en el proceso, como en efecto se conoció. No es que ponga en duda lo expuesto por Wladimir, quien me lo encontré una vez que había votado, pero el con sus propias palabras evidencio su ceguera (tu sabes, la luz, fui el primero, busqué los de abajo para evitar equivocarme pero me salio el otro aspirante). Al final hasta el personal del CNE lo trataron de saboteador y no es así, era solo una persona que había que ofrecerle el beneficio de la duda
No obstante, la cosa se veía buena. Como siempre encontré a los funcionarios de la Alcaldía y a los tres o cuatro políticos que toda su vida han hecho proselitismo en Cocorote y han servido como miembros de mesa en esa escuela, entre ellos a Carlos el pájaroloco junto con Diógenes.
Al final, me entretuve en la compra de los ingredientes para la sopa dominical y en eso también pude comprobar la faramallería de los cocoroteños con sus compras nerviosas. Entre como a cinco carnicerías y todo aquello estaba pelao. No encontré pollo sino cuando ya había claudicado, que fue precisamente en la panadería del Calvario cuando me decidí a comprar pan, ya que al lado hay una carnicería que muy poco frecuento y cuando pregunté si había pollito me dijeron que cuantas arrobas quería, je je.
Felicidad pues es lo que se respiraba con sus pequeñas excepciones…..

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