La vida era perfecta al llegar las vacaciones; más si esas vacaciones se disfrutaban en la casa materna de Banco Obrero en Cocorote

domingo, diciembre 17, 2006

El peligro de andar con Anisis

Anoche soñé con Anisis Yhanuris, Hasta no hace mucho tenía cualquier cantidad de sueños en donde ella estaba presente y era por una sencilla razón: la pobre tuvo que cargar conmigo adonde quiera que iba, puesto que era la forma en la que le permitían ir a algún lado cuando era invitada.
Y es que esta niña ha sido siempre una hermosa princesa. Uno de los recuerdos más lejano que guardo de ella es aquel día en que Susana nos llevó a la casa de José Domeche en la Isla, antiguo barrio porteño ya desaparecido, y le dieron ganas de orinar. Al ir al baño el cual quedaba en el patio, le daba pena que la fueran a ver, por lo que yo vigilaba con ahínco para que nadie osara ver a mi querida hermanita quien insistía que sentía como si alguien la estaba viendo pero la verdad que aquella vaina estaba más desolada que el carajo..(imaginen a un niño sentirse un gran protector a la edad de ocho años). Sencillamente éramos así, pa`rriba y pa´bajo juntos.
Obviamente que esta camaradería se vio alterada al llegar la pubertad (las niñas despegan primero que los varones), Anisis se convirtió en una linda adolescente mientras yo no me separaba de mis juegos infantiles, de los tres chiflados, de la señorita cometa y del capitán centella, así que la ladilla debió ser húngara. (si me metia con ella, fácil me daba mi coñazo)
Cuando salimos de la escuela y llegamos al liceo Simón Rodríguez en Puerto Cabello, andábamos cada quien por su lado pero al llegar la hora de la salida nos veníamos juntos pues, la Ley que imponía Susana era que no podíamos pasarnos de la dos y media, ya que salíamos a la una y cincuenta de la tarde.
Una vez en la mañana nos encontramos con que las puertas del liceo estaban cerradas y unos militares custodiaban la entrada. Eran tiempos de elecciones y el plan república se adueñaba de los centros electorales. Anisis que ya tenía conocimiento de que ese día no había clases, estaba metida en un plan que yo no conocía: la de asistir a una fiesta en Morón, muy cerca del liceo Ambrosio Plaza en las Colinas.
Cuando me negué a acompañarla, una compañerita de ella llamada Virginia me conquistó en el acto, con el viejo truco de que ella iba a andar conmigo. En fin, antes de irnos a Morón llegamos a una casa cerca de la Alcantarilla y cual es mi sorpresa que al salir las muchachas de una habitación, estaban todas vestidas de fiesta y el único pendejo que quedó con el uniforme puesto fui yo…
Al llegar a Morón la vaina se puso buena, aquellas mujeres no paraban de bailar en aquella atestada de liceistas, mientras que yo pacientemente sentado en un sofá (la Virginia ni me miró), veía como la hora de regresar a casa se aproximaba inexorablemente. En más de una oportunidad me acercaba a Anisis para recordarle la hora pero ella con la bailadera ni me paró.
Apretando la hora, cuando se hicieron la una y media de la tarde, decidí irme dejándola allí y agarrando mis cuadernitos salí de la fiesta sin decirle nada a nadie, con el firme propósito de montarme en una camioneta de pasajeros, pero detrás de mi oí la voz de Ani que me llamaba diciéndome que había encontrado una colita hasta el Puerto.
El carro que nos dio el aventón era un Volkswagen Brasilia en el que su conductor, viendo la premura de nosotros, iba a unos 120 km por hora. Esta velocidad no la disminuyó al llegar al distribuidor de El Palito, trayendo como consecuencia que el vehiculo se coleara y fuera a dar contra el cerrito que está cerca de la antigua discoteca El faro en esa localidad. Salimos del carro aturdidos por el choque pero la verdad fue que no nos pasó nada.
Un samaritano nos sacó de allí y nos llevo con toda su calma al Puerto. Todavía quedaba llegar a la casa donde se habían quitado el uniforme las muchachas y volvérselo a poner, luego emprendimos el regreso a casa. Eran aproximadamente las tres de la tarde.
Cuando apenas llegamos a la cuadra, Susana nos divisó en el acto “allá vienen” gritó y luego entró a la casa.. Según ella, había recorrido unas diez veces el camino hasta el liceo y hasta les preguntó a los militares si nos habían visto.
Verrrga, la verdad es que ese día llevamos más palo que una gata ladrona. Nos cayeron a carajazo con una cuerda de saltar que era de Osiris. La coñamentazon no las propinaron Vilma, Iris y Susana al unísono y una vez que nos vieron vuelto mierda, nos mandaron a dormir, pero no nos arrancaron nuestra aventura (más bien la aventura de la coñ.. de Ani,)..Me vine despertando aquel día como a la siete de la noche y Susana me comentó que mi mamá había estado esa tarde en la casa para estar un rato conmigo, pero se tuvo que ir a Cocorote sin que yo lo supiera en virtud del castigo impuesto. Coño, que dolor sentía, pero con todo y eso, jamás le eché la burra pal´monte a Anisis.


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