La vida era perfecta al llegar las vacaciones; más si esas vacaciones se disfrutaban en la casa materna de Banco Obrero en Cocorote

miércoles, noviembre 29, 2006

Susana

Cuantas cosas te quedé debiendo…
Me levantabas temprano para que te acompañara a hacer las compras en el mercado municipal de Puerto Cabello, ese que siempre olía a comino recién molido y a matica de ruda, aquella que se colocaban los vendedores en la oreja para alejar la “pava”. Que vaina tan loca, el haber tumbado ese antiguo "zoco" porteño de envergadura colonial, para dar paso al centro dizque comercial La Marina. (en Europa los hubieran fusilado)
En oportunidades me comprabas un vaso de cebada que sabia a gloria, pero fueron muy pocas las veces ya que esa vaina de estar tragando en la calle no era de tu agrado.
Antes de irme a estudiar a Cocorote, me llevabas agarrado de la mano a una escuela en donde las maestras eran unas señoritas que vivían en la calle Mariño, entre Bolívar y Plaza, cerca de María Millán; apenas tenía tres años, pero la tenaz audacia y el rigor de sus castigos que incluían la penitencia de llevar a los niños a una solitaria cocina con la luz apagada, hicieron que la magia de la lectura apareciera en esa época para el disfrute tuyo.
Cuando me llevabas a que Mercedes Domeche -con su vieja nevera de kerosen- me ponías a leer en voz alta los periódicos que ella arrumaba en la sala. No me gustaban las visitas a esa casa, en comparación a la de Agustina, desde la que se podía ver el mar montándose en unos cimientos pegados a la pared del patio, el cual daba a la playa…
Mientras escribo esto, evoco el olor a guayabas, al loro que insistentemente llamaba a Laura y a tu dura mirada de "ni se te ocurra moverte" que me mantenía atado a la silla hasta que Agustina nos daba permiso a Anisis y a mí para ver el mar.
El traqueteo de tu maquina de coser me despertaba cuando ya estaban por estar a punto las caraotas endulzadas por el trozo de papelón que le echabas y aquel pollo con papas inigualable. En aquella gigantesca casa Nº 82 de techos rojos, tan alta que sus techos parecían infinitos, fuimos participes de una feroz disciplina que, incluía la puerta trancada y la mínima cantidad de visitantes (ni siquiera recuerdo las visitas de tus hermanas a la casa de la Urdaneta) eras tú la que nos llevaba a visitarlas a ellas. Mi Tía Beatriz era la que más me gustaba, ya que poseía innumerables reliquias y recuerdos a la vista de sus magnificas vitrinas. Alli estaban aquellos carritos antiguos que tanto me gustaban…
No obstante, siempre fui dueño de innumerables juguetes valiosos. Me los regalabas a expensa de jugar loterías (con los datos de la caricatura panchita) a que Panaleón, tratando de alargar tu plata bien ganada en la costura, trabajo impecable que luego entregabas en La Chaparrita y en La Elegante.
Recuerdo un extraordinario autobús marca Mercedes Benz a control como de un metro de largo, que lo ganaste en el callejón de Alberto (al que siempre le llevastes café con leche en la mañana), al lado del restaurant Milano; era sencillamente lo más fabuloso que podía poseer un niño..
Escasamente puedo recordar cariños como besos y abrazos de tu parte, -no estabas acostumbrada-; sin embargo, no recuerdo haberte encontrado dormida ni siquiera cuando ya había entrado a la Universidad y llegaba de Valencia a las 11 de la noche. Ahí estabas, esperándome siempre para decirme lo que me habías guardado de comer.
Un enorme argot de dichos y refranes mantengo en mi memoria para clasificar a la gente: María si dejaban la comida. José Domeche, cuando alguien no quería comer algo y de repente cambiaba de parecer. El señor Ramón y la señorita Pepe cuando alguien preguntaba mucho; si alguien se presentaba de improviso y no te gustaba comentabas quedamente "se jodieron mis numeritos" y si cualquiera te molestaba por algo cuando estabas por entregar una costura le decias que no te molestaran porque estabas "atrafalgada" y "cuidado Lastenia" si alguien se tropezaba con algo.
Alguna vez te dije que los muchachos me echaban broma porque me llevabas al cuarto grado agarrado de la mano, - aquella manía tuya de tus enemigos numero 1: los vehículos y el Nº 2: las pelotas - Ya luego me llevabas, pero me soltabas al llegar a la Unidad Sanitaria de Puerto Cabello, y te quedabas paradita al frente de la escuela Juan José Flores para decirme que si al salir no te veia, entonces que te esperara, que vendrías en camino.
Eras capaz de rodear una cuadra cuando veías que en alguna calle estaban jugando pelotica de goma y la cuestión era de verdad, apenas te proponias a pasar evitando el juego y zuassss, te pegaban la pelota (que según tú te perseguian), era entonces cuando se las quitabas a los chamos (y no para darmela a mi) y la botabas a la basura sin ninguna contemplación.
No creas que te olvidé, en muchos de mis sueños estás presente para decirme que no te gusta tu segundo nombre, ni que te llamen abuela.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Por que no comentastes nada del funche q con tantas ganas que lo hacia, y las arepitas fritas q tambien eran sabrosas.

Elier dijo...

tienes razón, el funche era delicioso y lo que más preocupa es que casi nadie se acuerde cómo se hace y con respecto a las arepitas, puedo decirte que han sido las unicas que no me importanban que estuvieran frias, me las comia igual

Anónimo dijo...

Bueno tio me parecio de maravillas mira algo es muy sierto con respecto a Susana "no Jueguen pelota" a mi tambien me las quito y no es nada que tambien me las picaba por la mitad si miedo alguno tambien tienes que hablar de sus cuentos de la ventana y tambien de aquel famoso Gorila negro que tenia que cuando ella murio se lo llevaron por que alli supuestamente havia algo de valor y lo rompieron todo para ver si era cierto pero bueno tambien de sus budas que era imposible tocarselos, su cama dondede broma me dejaba sentar y asi muchas cosas que me gustaria que supieras como el ultimo cuento de un marinero que llego al puerto y se perdio en el amor; pues ese fue el ultimo cuento que ella en vida me pudo contar, ahi en la ventana yo vestido de marinero y ella no me reconocio quetal. Bueno me despido espero saver mucho mas de la histori de mi abuel... digo de Susana por que a ella no le gustaba de verdad que le dijeran asi bueno ti te quiero ya saves te felicito y exito por demas esta decir que extraño tus cuentos de infancia como la iguana azul, los 4 hermanos y asi muchos mas te quiero un beso ;)Atte. SHESTERS (jhoan)

Anónimo dijo...

es cierto lo q comentas ella nunk dejaba q le tocaran el gorila y mucho menos q se montaran en su cama .... tambien es muy cierto q n le gustaban las pelotas un dia en pto cabello .. joel,joanis,andrianis y yo ( zaret ) nos boto una pelota xq estabamos jugando en la casa y d broma se la pegamos ... lo cierto es q d igual forma la espicho y la boto .. q lastima ese lloramos muchisimo ... pero lastima q esa viejita se murio .. xq hay tantos recuerdos d ella y tantas anecdotas q tienen todos d ella en especial mi papa .... eso es muy cierto q hasta grande lo llevaba a la escuela ... q penita ... lo d jose domeche .. es un refran q ella lo utilizaba mucho e incluso mi papa tambien lo nombra mucho y mi tia katy tambien xq son igualitos a ella en lo terco y en lo disciplinado ... papa te falto contar el cuento del anillo ....

Anónimo dijo...

Besos y abrazos a Jhoan y a todos mis sobrinos amados y queridos

Waiting for Godot dijo...

Qué hermoso relato Elier.

Anónimo dijo...

lastenia es cuando la persona se quedaba con el plato o la taza en la mano y entre tus cuentos no estan cuando nos hincaban contra la pared. Atentamente Osiris