Una de las familias de Banco Obrero a la que era asiduo visitante cuando niño era la de los Romero, todo por la sencilla razón de ser fiel amigo de Jhonny, José y Julio además de sus sobrinas Moty y Seleni, quienes eran hijas de su hermano mayor Rafael.
Había olores en esta casa que no se encontraban en otras, puesto que la mamá de los muchachos -la señora Goya- cocinaba en una hornilla de Kerosen, más por costumbre que por necesidad y siempre estaba dispuesto un cafecito con mucho sabor a hogar.
Una de las primeras plantas Pioneer de música que conocí la tuvieron estos muchachos en Cocorote, por cierto que sonaba excelente y se disfrutaba de buena música con los viejos discos de acetato. (Hoy día lo conservan con mayor énfasis). Rafael, Luís y Miguelito, al igual que María Emilia, un tanto mayores que los citados arriba, disfrutaron de esos locos años musicales de finales de los 60 y comienzo de los 70: Bee Gees, The Beatles y Janis Joplin
Recuerdo que cada cierto tiempo llegaba la abuela de los muchachos y estos, un tanto para que se sintiera en casa, le construían una especie de ranchito en el patio a la sombra de un mamón macho que hacia mucho más fresca la tarde que en las casas construidas con techos de acerolit.
Una vez jugando béisbol con ellos en el estadio Natalio Espinoza, fui a recoger una línea conectada por José hacia el left fielder, sin embargo el terreno de este estadio se caracterizaba por no ser muy regular y la pelota luego de golpear contra una piedra, fue a darme justo en el ojo derecho, el cual se cerró por completo.
Coño, el miedo que le agarre a la pelota después de eso fue bestial. Por más que intentaba cortar los rollings, se me escapaban con frecuencia ya que con sólo escuchar el swing de la pelota al acercarse, hacia que instintivamente alejase la cara. Deduzco que a muchos criollitos en infantil les pasa lo mismo, pero yo no dije nada y hasta allí llegó mi corta carrera en el béisbol.
Había olores en esta casa que no se encontraban en otras, puesto que la mamá de los muchachos -la señora Goya- cocinaba en una hornilla de Kerosen, más por costumbre que por necesidad y siempre estaba dispuesto un cafecito con mucho sabor a hogar.
Una de las primeras plantas Pioneer de música que conocí la tuvieron estos muchachos en Cocorote, por cierto que sonaba excelente y se disfrutaba de buena música con los viejos discos de acetato. (Hoy día lo conservan con mayor énfasis). Rafael, Luís y Miguelito, al igual que María Emilia, un tanto mayores que los citados arriba, disfrutaron de esos locos años musicales de finales de los 60 y comienzo de los 70: Bee Gees, The Beatles y Janis Joplin
Recuerdo que cada cierto tiempo llegaba la abuela de los muchachos y estos, un tanto para que se sintiera en casa, le construían una especie de ranchito en el patio a la sombra de un mamón macho que hacia mucho más fresca la tarde que en las casas construidas con techos de acerolit.
Una vez jugando béisbol con ellos en el estadio Natalio Espinoza, fui a recoger una línea conectada por José hacia el left fielder, sin embargo el terreno de este estadio se caracterizaba por no ser muy regular y la pelota luego de golpear contra una piedra, fue a darme justo en el ojo derecho, el cual se cerró por completo.
Coño, el miedo que le agarre a la pelota después de eso fue bestial. Por más que intentaba cortar los rollings, se me escapaban con frecuencia ya que con sólo escuchar el swing de la pelota al acercarse, hacia que instintivamente alejase la cara. Deduzco que a muchos criollitos en infantil les pasa lo mismo, pero yo no dije nada y hasta allí llegó mi corta carrera en el béisbol.
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