La vida era perfecta al llegar las vacaciones; más si esas vacaciones se disfrutaban en la casa materna de Banco Obrero en Cocorote

miércoles, junio 19, 2019

MI tío Sebastián Pérez

Mi tío Sebastián, en la casa de los Alvarado

Esta pequeña biografía de mi Tío Sebastián es inconclusa y tiene algunas lagunas que se generan por desconocimiento de fechas, como la de su nacimiento y su muerte, por lo que es necesario que los Pérez Natera apoyen con su conocimiento la información requerida.

A principio del siglo XX nace Sebastián Manuel Pérez en Cocorote, estado Yaracuy. Hijo de Ana Eustacia Pérez y Emiliano Mogollón; posiblemente sea el segundo de los hijos de ésta unión, luego de nacer Eleuteria, su hermana nacida en el año 1900.

Para la época de su nacimiento, Cocorote apenas era un pequeño poblado agrícola en donde sus habitantes, realizaban estas labores desde tiempos inmemorables. Se conoce que su padre llegó a tener tierras para el cultivo de hortalizas, maní y tabaco en los actuales predios de la Urbanización San Jerónimo, no obstante, al parecer Sebastián comenzó a trabajar como barbero en una modesta casa construida por el mismo en la calle Real de Cocorote (actual Avenida Bolívar, muy cerca de la Panadería La Estrella) y esta actividad, luego la sumó al de agricultor, sembrando no solamente en las tierras perteneciente a su papá sino también en predios de La Acequia.

Al realizar este tipo de labores, obviamente Sebastián era conocido por los lugareños. Perteneció al recién creado partido político Acción Democrática, el cual lo formó como cooperativista, logrando con ello obtener tierras en el camino de las Cumaraguas el cual queda en el macizo aroeño, uniendo en su trayecto a Cocorote con Aroa.

Es bueno destacar que a principios de los años cuarenta hizo familia con Petrica Natera, oriunda igualmente de Cocorote quien lo acompañó hasta el final de sus días.  En aquellos tiempos contaba con un terreno situado al frente del Fundo el Cilindro, muy cerca del río San Jerónimo donde se cosechaba de manera permanente café cerrero de muy buena calidad. Me comentó alguna vez mi tía Nené, que normalmente acompañaban a mi tía Petrica junto a Evelia y José Ramón a llevarle comida hasta el terreno para que pudiera alimentarse.

En alguna oportunidad que nos visitó en Cocorote, mi tío Sebastían me comento que luego de la creación de la cooperativa campesina, pudo obtener unas cuarenta y seis (46) hectáreas de café situadas en la parte alta del macizo, es posible que muy cercanas a Pitiguao, hoy por hoy intrincado lugar que se encuentra a 1800 msnm y que para aquel entonces vivió largos periodos en esa zona realizando labores agrícolas en su cafetal. Mi tío me comentó personalmente, que en lapsos de hasta treinta días apenas hacía contacto con una o dos personas en medio de la neblina y el frío inmisericorde que siempre reinaba en el lugar... Estos encuentros comenzaban con los gritos de las personas que venían o iban hacia Aroa, de tal manera que en medio del clima siempre oscuro por la niebla, supiera Sebastián que alguien andaban cerca de su humilde morada en las altas cumbres cocoroteñas.


-       - ¿Weeey Sebastián vos donde andáis?
-       - Weey, por aquí. ¿Quién anda porai?
-       - Soy yooooo vale Sebastián, que voy pa´Aroa….


Estos encuentros no hacían sino alegrar la vida de Sebastián por algunos instantes mientras al caminante le ofrecía un pocillo de café y conversaban un poco dentro de su humilde morada de alta montaña a la luz de una vela de cebo y el indispensable fogón, para luego despedirse y proseguir el camino. No obstante como cité, estos encuentros eran realmente ocasionales…

Según mi tío Bartolo Pineda, al caer el gobierno de Rómulo Gallegos, sufrió algunos problemas con los militares que tomaron el poder a finales de los años cuarenta y que continuaron hasta el mandato de Marcos Pérez Jimenez.

Estos dos elementos, la soledad infinita en sus altas tierras, así como también los problemas políticos que se generaron por su cercanía al partido Acción Democrática, le hicieron tomar la decisión más trascendental de su vida:


-       - ¿Qué hago yo aquí? Me dijo que se preguntó a sí mismo en esa soledad infinita mientras lo acompañaba un día hasta el campo santo de Cocorote…
-       - Yo como que más bien agarro mi mujer y mis muchachos y me voy pa´ Caracas…


Sebastián Pérez el campesino cocoroteño, sencillamente abandonó la casa en donde alguna vez había montado una barbería dejándola al cuidado de una familia amiga y por otro lado, aquellas matas de café de su propiedad ubicadas en las cumbres cocoroteñas no volvieron a saber más nunca de él.

Ese ímpetu con que siempre actuó, le hizo prontamente unirse a algunas actividades en la capital venezolana. Es bueno citar que, junto a otros recién llegados, en su mayoría campesinos que migraron a Caracas en búsqueda de un futuro promisorio, desarrolló acciones para la creación del barrio Gran Colombia en la Capital. Ya en sus cuatro paredes, vinieron llegando la mayoría de su numerosa prole que, a pesar de las vicisitudes normales, siempre contaron con cama, comida y techo.

Ocasionalmente venía a Cocorote a visitar a su mamá y a su papá. Luego de la muerte de ambos, el de Emiliano en 1955 y el de Tata en 1971, no pudo olvidar su lar nativo y prosiguió con sus visitas temporales a la casa de mi mamá en Banco Obrero para pasar buenos momentos con mi abuela mamaíta Emilia (hermana de él). Recuerdo claramente que alguna vez llegó acompañado con un bando de al menos quince personas el cual estaba integrado por algunos de sus hijos y por vecinos de su comunidad capitalina.  Ese fin de semana fue inolvidable, la comida y bebida corrió por cuenta de los visitantes y una larga cantidad de motos, un jeep y si mal no recuerdo un maverick bien cuidado, andaban del timbo al tambo por todo el pueblo con su sana algarabía al son de la salsa.

Entre las cervezas y la parranda, hubo también la visita al cementerio donde acompañé a mi tío como todas las veces que yo andaba atravesado y él estuvo por aquí. En esa oportunidad lo acompañé hasta la tumba de Tata y aprovechó de acercarse a una pequeña tumba pintada con avestina azul (y que hoy mantiene trazos de ese color) señalándome que le hiciera el favor de mantenerla limpia del bravo pajonal cuando anduviera de visita a los muertos ya que se trataba de un pequeño hijo que tuvo con mi tía Petrica pero que murió pequeño. Hasta el sol de hoy cumplo con esa misión..

Tristemente no asistí a su funeral. Según lo poco que sé es que se encuentra enterrado en el Cementerio General del Sur y espero que esta pequeña biografía me ayude a conseguir datos para el olvidado árbol familiar que llevo. Fuerte abrazo a todos los Pérez Natera.