La vida era perfecta al llegar las vacaciones; más si esas vacaciones se disfrutaban en la casa materna de Banco Obrero en Cocorote

miércoles, octubre 11, 2017

El Canto de la pavita o Cocorote en los Mangos de Bancobrero


Vale la pena escuchar la pavita o Cocorote cuando se posan en los centenarios arboles de mango del Banco Obrero de Cocorote. Eso si, no olviden el proverbio que nos refiere el Dr. Lisandro Alvarado en su Glosario de Voces indígenas de Venezuela

"Cuando Cocorote canta
indio muere, 
no lo creo padre, 
pero sucede" 




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martes, septiembre 05, 2017

TOPONIMIA O SIGNIFICADO DE LA PALABRA COCOROTE

La pavita mortera o muertera,
tal como se le conoce en Venezuela
Tratando de conocer la Toponimia que no es más que el "Estudio del origen y el significado de los nombres propios de los lugares", ofrezco información en torno al significado de la palabra Cocorote, del cual se conoce lo siguiente:

Según el Dr. Lisandro Alvarado en su libro «Glosario de Voces Indígenas Venezolanas»,1​ establece que la palabra Cocorote proviene de un "ave del porte de una paloma, de color verdoso, cuyo nombre es remedo de su canto. Una creencia popular mira esta ave como agorera". De igual manera el escritor Rafael Zárraga, en su libro «Contares» menciona que la palabra Cocorote proviene de un ave de hábitos nocturnos conocida en Venezuela como pavita mortera o muertera, existiendo la creencia de que su canto anuncia la muerte de alguien que vive cerca del lugar en donde se escucha el ave. Esta creencia es bastante extendida ya que se conoce desde Centro América hasta la Patagonia con varios nombres: Caburé, Aurora o Tecolote, entre otros.


Vale acotar, que en México así como buena parte de Centroamérica se utiliza mucho la expresión "Cuando el tecolote canta/el indio muere/no será cierto/pero sucede". Es fácil advertir la similitud entre la palabra Tecolote y Cocorote, lo que viene a ser lo mismo, es decir un «ave considerada de mal agüero» según lo expresa el escritor Juan Raúl Ritcner, en su libro El tatue, brujeril y patagónico (2)​. Finalmente se puede mencionar que, Andión M. (2002), señala como un "eufemismo americano dirigido a un área tabuizada del lenguaje a la palabra Cocorote", definiéndola como "ave de mal agüero"(3).

De todo esto surge una afirmación y es que a pesar de las distancias existió una interacción ineludible entre los pueblos preshipánicos, hasta tal punto de temer en casi todo el continente americano a una ave nocturna que de alguna manera ha sido relacionada desde tiempo inmemorial con el inframundo. ¡Cuidado con la pavita que está cantando cerquita!


1.    Alvarado, Lisandro (1921). Glosario de voces indígenas de Venezuela. Ediciones Victoria (Caracas). p. 83. Consultado el 03 de septiembre de 2017.
2.    Rithner, Juan Raúl (1998). El tatue: brujeril y patagónico. Departamento de Publicaciones, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Universidad Nacional del Comahue. p. 94. ISBN 9789509859470. Consultado el 05 de septiembre de 2017.
3.   Andión Herrero, María Antonieta (2002). El español y el comportamiento cultural de los hispanoamericanos: aspectos de interés (pdf edición). actas del XIII Congreso Internacional de la Asociación para la Enseñanza del Español como Lengua Extranjera, ASELE : Murcia, 2-5 de octubre de 2002. pp. 130-140. ISBN 84-607-8687-0. Consultado el 05 de septiembre de 2017.

* Este post ya se encuentra en la página de Cocorote en la wikipedia, 

jueves, agosto 31, 2017

LOS TERREMOTOS DEL 26 DE MARZO DE 1812 EN LA POBLACIÓN DE COCOROTE

Mapa que señala los ríos Guayurebo y de La Virgen
en el documento enviado a Caracas por los vecinos
del pueblo en 1812
Coincidencialmente con el temblor ocurrido en Caracas durante el 30 de agosto del presente año, esa misma mañana estuve leyendo sobre los desastres que ocasionó la madre naturaleza en aquel fatídico día 26 de marzo de 1812, donde nuestro país se mantenía comprometido con la efervescencia independentista de la Primera República. Vale decir que de acuerdo a estudios actuales, por diferencia en las horas señaladas en viejos documentos, se ha concluido que en la fecha mencionada se generaron al menos dos terremotos en nuestro país.

Es bueno destacar, de acuerdo con Rogelio Altez (2006)[1] las poblaciones de Cocorote y Las Tinajas (Albarico)[2] testimoniaron sus padecimientos en una importante cantidad de documentos que se encuentran sobre todo, en el Archivo Arquidicesano de Caracas y que iban dirigidos al entonces Arzobispo de Caracas Narciso Coll y Prat. De estos documentos, el autor citado pudo extraer lo siguiente:
El terrible temblor del 26 de marzo último, aniquiló el templo y poblado que había…los serros se destruyen con fuegos subterráneos, en términos que se han tapado los ríos hasta que a fuerza de trabajos en unos y en otros por los repetidos temblores se han conseguido abrir sus corrientes”[3]
“aun amenaza el fuego subterráneo de los inmediatos cerros hacia Aroa en términos que desplomados desvían el curso de las aguas”[4]
“El sitio del pueblo ha quedado espantoso, no solamente por su total extinción sino por los continuos ruidos subterráneos, despeños de los cerros, con montañas y sabanas inmediatas; crecientes no vistas de los ríos de Guayurebo[5] y del que llaman de La Virgen, a poniente y naciente, como a un cuarto de legua cada uno del otro, y grietas que se advierten en los que van quedando; de suerte que es un espectáculo tan triste y melancólico que llena de espanto y tememos que se aniegue el terreno porque ambos ríos se chocan”[6]
“La catástrofe del 26 próximo Ilustrísimo Señor á dejado a mis obejas, y a mi en la mayor consternación, 9 de ellas perecieron vajo de las ruinas de las casas que se desplomaron, el templo santo reducido a polbo no quedando en el piedra sobre piedra, los vasos sagrados despedasados, las Imágenes, Ornamentos y mas reliquias, todo, todo quedo oculto en los fragmentos del edificio, y en medio de esta desolación con las continuas explosiones de la tierra que desde aquella tarde fecha hasta el presente nos afligen, me veo rodeado de mis consternadas obejas a quienes no he dejado de consolar, y exhortarles la palabra Divina, llenándome mi Corazón de sumo Goso al ver la religión reformada (…)[7]   

Luego de las citas anteriores, Altez (ob cit) realiza una afirmación sorprendente:
“Evidentemente estas descripciones dejan muy en claro que si algún río fue obturado en la zona y desviado su cauce, Cocorote fue testigo de ello, Estos efecto sobre la naturaleza (únicos certeramente descritos y positivamente documentados para toda la región) sugieren una cercanía muy probable a uno de los epicentros de la región norte para aquel 26 de marzo de 1812. Quizás una exploración geológica de la zona permita corroborar físicamente estas afirmaciones. Más adelante, estas descripciones contribuirán a los razonamientos sobre la ubicación del epicentro en la región y la localización de estos efectos sobre la naturaleza” (p. 394)
En pocas palabras, de acuerdo con la apreciación del autor así como también por otros reconocidos científicos, consideran a Cocorote o sus alrededores como el lugar donde se generó uno de los terremotos de 1812.
Para finalizar, es bueno citar que  el 16 de junio de 1812 el Gobierno de la primera República resolvió expulsar al Arzobispo de Caracas Narciso Coll Prat, por su actitud perjudicial a los intereses de la Independencia a propósito de los terremotos que destruyeron varias ciudades venezolanas [8].
Cuentan las crónicas de la época que los frailes, -con el apoyo del citado Arzobispo- a raíz del desastre que conmocionó el país, abandonaron los ritos de la Semana Mayor, se lanzaron a las calles y desde lo alto de las ruinas gritaban:  “Sodoma y Gomorra... de rodillas... ¡Ha llegado la hora de  la venganza! Habéis insultado la Majestad del Rey  virtuoso y el brazo de Dios cae sobre vuestras cabezas para castigarlos”.
Viendo que las palabras de los sacerdotes cundían y atemorizaban a los caraqueños, Bolívar que junto a otros patriotas dirigía los trabajos de remoción de escombros para rescatar cadáveres y auxiliar a los heridos, desenvainó  su espada y puso en fuga a uno de los frailes.  Luego se dirigió a la multitud y pronunció aquella increíble sentencia de:  “Si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca”.


[1] Altez R. (2006) El desastre de 1812 en Venezuela, sismo, vulnerabilidades y una patria no tan boba. Fundación Empresas Polar. Universidad Católica Andrés Bello. Caracas
[2] Nota del autor: Tinajas, tal como se llamaba entonces esa población, fue trasladada en 1825 a una legua de su lugar original, y fundada con el nombre de Albarico, como se le conoce hoy en día, según consta en la documentación existente en la carpeta 127 de la sección Parroquia del Archivo Arquidiocesano de Caracas (ACC).
[3] (N del A) AAC, Misceláneas, Carpeta 114. José Dionisio Lobera a Coll y Pratt. Cocorote, 16 de abril de 1812
[4] (N del A) AAC, Misceláneas, Carpeta 114.Manuel Díaz González a Coll y Pratt. Cocorote, 16 de abril de 1812
[5] Es curioso el nombre que recibe el río San Jerónimo. Al parecer se trata no del río sino más bien de la quebrada La Playita, la cual atraviesa a Guayurebo al sur de Cocorote.
[6] (N del A) AAC, Misceláneas, Carpeta 44. Pedro Bencomo y demás vecinos de Cocorote a Coll y Pratt. Cocorote, 16 de noviembre de 1812.
[7] (N del A) AAC, Misceláneas, Carpeta 127. Pedro José Daboin a Coll y Pratt. Tinajas, 20 de abril de 1812.

jueves, agosto 24, 2017

UNA TRADICIÓN DE SERVICIO LLAMADA COOPERATIVA DE TRANSPORTE COROMOTO

Mi familia, mitad porteña por mi papá y mitad cocoroteña por mi mamá fue el motivo por el cual durante muchos años llegué a ser un usuario consuetudinario del Transporte Coromoto en la ruta San Felipe – Puerto Cabello.

Vale decir que, con apenas unos cuatro o cinco años, ya andaba con algunos de mis tíos: Alfonso Alvarado (El aguao) o Rafael Parra (Flor del Mundo) quienes trabajaron durante años para la línea, acompañado con la pequeña maleta dispuesto a ir o venir para cualquiera de los dos hogares que me cobijaron en mi niñez: A que Susana en el Puerto o la casa de mi mamá en Bancobrero.

Es de hacer notar que en San Felipe, el lugar de salida de los vehículos del transporte para el Puerto era en el “terminal viejo”, exactamente donde hoy se encuentra el negocio del “Guaro papaíto”. Desde la madrugada, los vehículos se preparaban para un viaje de al menos dos horas lo que generaba un par de vueltas diarias por cada vehículo (ida y venida) y el regresar de los choferes entrada la noche a sus hogares, con una cuenta de pan, malta y leche para acompañar la cena.

En el Puerto, el terminal del transporte quedaba en el Sector denominado La Alcantarilla, específicamente en la calle Juncal entre calles Urdaneta y Miranda. Hoy queda en el sitio un establecimiento chino pero vale decir que era un lugar bastante cómodo para la línea puesto que contaba con un espacio para la salida con unos banquitos y suficiente espacio de estacionamiento para los otros vehículos en cola. Al parecer, el sitio fue un antiguo cine de la otrora ciudad cordial, ya que se podía observar una extensa pared con las señales de haber sido una pantalla.

De los conductores, puedo admitir que existían alguno difíciles de olvidarlos en virtud de sus actitudes y resabios; de ellos puedo mencionar (la mayoría por sus sobrenombres) a Mantequilla, Moncada, Montilla, Peña Puerta, El Gato, El Toñeco, Daniel, Arnold el travieso, el Toco Gómez (era idéntico al actor), Martín, Eladio y Carlos Galindez, Ramón Abreu, Manzanilla, El Guajiro, Mundo, mi buen amigo Cartagena, El Loco (le hacía agujeros a los mocasines porque le pegaban en los juanetes), Piña, el toñequito, el malhecho, Antonio Turri, Bullaranga, El Pollo, Roger y Alex Zambrano, Zabaleta, Guillermo López, Chuchin y como ya mencioné a Flor del mundo con Marcos y Eddie González, al Aguaito, a Osman y a Oscar Alvarado, entre otros. Las secretarias eran en San Felipe, la señora Antonia y en Puerto Cabello la señora Vieira (la mamá de Joao) socia del número 43.

El viaje trascendía por la carretera panamericana. Era toda una odisea circular en esa vía en virtud de lo sinuosa que era, además de estar llena de gandolas y camiones que se incrementaban en tiempos de zafra y por supuesto, los regueros de caña en ocasiones molestaban a estos profesionales del volante que sabían los problemas que se le avecinaba al tren delantero. Sin embargo, no creo que dejaran su trabajo por otro fácilmente.

Cabe destacar que saliendo desde Puerto Cabello, las paradas eran normalmente en el Hospital Adolfo Prince Lara, La Belisa, La Sorpresa, El Palito, Morón (donde el conductor hacía una parada hasta que llegara el carro que salía detrás de él). Seguía entonces Las Colinas, Covetra, Alpargatón, Urama, San Pablo, Canoabito, Guaremal, La Raya, La Hoya, Bella Vista, Maporita, Bananera, El Guayabo, La Aldea, El Ciénego, Tulipán, Guabina, El Torito, Taría, La Pica del Chino, Carbonero, El Central, El Peñon, Marín, El Paují, Cocorotico, Las Tapias, Higuerón y finalmente San Felipe.

Recuerdo al menos dos terribles accidentes con gran cantidad de fallecidos. El más grave se produjo en la curva de Urama donde una gandola acabó con la vida de todos los pasajeros que venían en una “Chinga”, o camioneta Van de 14 puestos. El otro accidente se suscitó en la curva conocida como Los Papis, cerca de Taría donde una gandola cargada de tubos chocó contra una camioneta del transporte con otro saldo trágico.

En cuanto a anécdotas de los conductores son varias. Evoco claramente una mañana en donde un niño vendía unas gallinitas de barro que servían como alcancías. Sucedió que el niño trató de colocar las alcancías en el pretil del terminal pero lo cierto fue que se le cayeron con tan mala suerte que se le partieron y el niño comenzó a llorar angustiado, lo cierto fue que los chóferes al instante se pusieron de acuerdo para hacer una “vaca” (colecta) y recoger la cantidad de dinero que debía llevar al niño a su casa. Eso queridos lectores se llama “solidaridad” y en ese transporte había por aquel entonces a montón. Vale decir que no hace mucho me enteré que el niño de las alcancías de barro es mi dilecto amigo el abogado Luis Enrique Parra.

De otros recuerdos, puedo mencionar que durante los viajes muchos de los choferes eran capaces de echarse una aguantada en un puesto de chicharrón por el Guayabo al percatarse que la fritanga estaba lista -“espérenme un minutico mientras compro un poquito de esas cáscaras”- je je. En una ocasión llegue a conocer La Hoya, cuando la mayoría de los pasajeros que venían en la camioneta llegaban a ese pueblo veroense. Similar al caso anterior sucedió en San Pablo de Urama bajo un aguacero infinito. Insisto, la calidad humana de los chóferes era inigualable.

Según Martín Parada, el Mantequilla cada 16 de agosto cuando iban en “cambote” para visitar el santuario de la Virgen de Coromoto era puro comer. Llenaba la camioneta de chucherías de tal manera que el trayecto desde su casa en Rancho Chico hasta Guanare pudiera mascar cuanto le apeteciera. Otro día vi a Flor del Mundo montarse en una camioneta nueva que era propiedad de “El Loco” para conocerla por dentro. Sucedió que el Loco estaba barriendo la camioneta y al ver a Flor dentro de la misma lo espetó: ¡si no te bajas te voy a besar! y Flor le respondió -”Ud me besa carajo y mañana a esta misma hora lo están sacando con las patas palante de la iglesia”.je je. Lo cierto es que Flor a sabiendas de las locuras del otro, se bajó por si acaso.

Estudiando ya en la Universidad, normalmente la pelazón se presentaba al regresar al hogar durante los fines de semana. Vale decir que los estudiantes yaracuyanos que estudiaban en Carabobo cuando no existía el transporte de la AEYUC, se desplazaban habitualmente en el tren los viernes después de mediodía. El recorrido era desde Bárbula hasta El Palito y a las 4:30 pm se esperaba el tren que venía desde el Puerto para llegar hasta La Marroquina. Sucedió que el tren en el 90 dejó de funcionar y entonces la cuestión era pedir cola desde el puente de Bárbula hasta El Palito o Morón y desde allí con suerte conseguir una cola hasta San Felipe apoyados con letreros que señalaban la patria chica.

Fueron muchas las veces que pidiendo cola junto a otros compañeros en los lugares citados, pasaba alguna camioneta del transporte y el chófer nos hacia señas para que subiéramos a la misma con el fin de llevarnos hasta el terruño. A pesar del tiempo y la distancia rememoro con mucho cariño, aquellos años de trasiego estudiantil que con el apoyo fraternal en muchas oportunidades de estos profesionales del volante, se lograron alcanzar las metas. Un saludo solidario a todos los conductores del añejo y recordado Transporte Coromoto. 

miércoles, abril 19, 2017

PABLO RAMON FLORES: LOCUTOR Y AMIGO INCONDICIONAL

Pablo Flores, en su programa "Que hable mi gente"
    Conocí a Pablito siendo los dos un par de chamos, cuando iba a la Ascensión de visita a que mi tía Nene y Flor del Mundo. Quien nos presentó fue mi primo hermano Yomar, que para aquel entonces se la pasaban juntos. Me identifiqué rápidamente con Pablo: soñador, rudo, peleón, ingenuo, querendón y con una vocación de servicio inmensa; el típico muchacho regordete amigo de todo el mundo que inteligentemente transitaba entre las veredas de su amada urbanización, conviviendo y esquivando a los malasangrosos amigos vecinos que desde las esquinas se metían con todo el mundo a fuerza de burlas geniales y peloticas de goma. Chicharra era su sobrenombre más habitual que le guindaron sus congéneres, por aquello de orinar -no estoy seguro- en la arboleda escolar por no utilizar los baños normalmente sin agua de la escuela.

     Sus padres, Doña María Gerónima Regalado de Flores dama yaracuyana natural de Independencia y Pablo Antonio Flores (qepd), natural de Carupano pero moronense de corazón, hicieron de Pablito un hombre de bien y de amor, dispuesto siempre a hacerle un favor a cualquiera sin esperar nada a cambio. Creo que inicialmente vivieron en Independencia para luego mudarse a La Urbanización La Ascensión, donde por espacio de más de cuarenta años han convivido respetuosamente con sus buenos vecinos.

  En su adolescencia gustaba de todo un poco. Lo recuerdo practicando tae kwon do y judo por un corto tiempo a que Chang; o en los bomberos, haciendo guardias voluntarias tanto en la antigua sede de la quinta avenida como en la actual, para luego incorporarse a la Asociación Venezolana Banda Ciudadana seccional San Felipe, (la 3YX-25 San Felipe), integrando el Grupo de Servicios de Emergencia y Radio (Grupo SER) recordado cariñosamente como el Grupo Pterodáctilo. Fue allí quizá donde se encontró por siempre y para siempre con su dilecta  profesión: la locuciónEn efecto, la Banda Ciudadana  le ofreció la oportunidad de conocer la radioafición por las bandas de los 11 y los 2 metros así como también la banda internacional, siendo el objetivo principal de esa organización, la de unir los radioaficionados en labores de apoyo y protección civil en situaciones de desastre.

   Algunos años atrás, me comentaba mamá Gero que Pablito en su afán de ser un magnifico orador, se encerraba largas horas en su cuarto con un micrófono en mano, ejercitándose como asaz locutor al repetir las cuñas televisivas y radiales de la época de tal manera de alcanzar el tono adecuado. - Ese muchacho, sino se hace locutor va a parar en loco, Elier – me decía preocupada su mamá mientras que yo le respondía  - no se preocupe madre, el sabe lo que hace.

  Al igual que los jóvenes de nuestra generación, nos divertíamos sanamente con otros amigos entre los que se cuentan los Oñates, los Parra Yarza, los Clisanchez, Mirelles, entre otros. Usualmente  íbamos a lugares que para la época estaban de moda: La plaza Dr. Raúl Ramos Gimenez conocida popularmente como la Concha Acústica era una de ellas. Esos espacios al igual que las famosas discotecas fueron punto de encuentro para los primeros amores y por supuesto, las primeras desilusiones. Algo que si tenia Pablo era enamorarse de las muchachas más bonitas y elegantes (había que mejorar la raza) por lo que las  serenatas no se hacían esperar. Una de aquellas noches de farra fue de carcajadas puras. Resulta que luego de culminar todo un arsenal de canciones, acompañados del inolvidable guitarrista Pablo Diaz (qepd) frente a una casa donde vivían varias hermanas, salió fue el hermano de estas con un paño terciado como única vestidura para felicitarnos por el recital y decirnos que sus hermanas se encontraban con sus padres en las playas de Chichiriviche.

     Pronto los estudios nos guiaron hacia rumbos distintos. Pablo Ramón por ser un tanto huraño con ellos (argumentaba siempre que los estudios se hicieron para los brutos),  su padre lo envió a trabajar al lejano puerto de Guanta, estado Anzoategui con el propósito de que hiciera un futuro promisorio dentro de Palmaven, filial de PDVSA pero el amor por su terruño amado lo hizo volver a tierras yaracuyanas teniendo como meta lo que siempre ha sido su pasión, por lo que comenzó a prepararse para transitar por los espacios radioeléctricos.

    Por aquel entonces Pablo Ramón debido a sus conocimientos en acciones de salvamento y desastre, fue nombrado Director de Defensa Civil Yaracuy. Luego, comenzó a laborar en varias emisoras radiales yaracuyanas.  Es de hacer notar que su gran amor le llegó al conocer a Mercedes Parra, quien junto a Ricardo y Beatriz, vinieron a llenar de sueños y felicidad a las familias Flores Parra y Flores Regalado. Por mi parte, al llegar mi hija Zaret al mundo, supe quien seria su padrino y por supuesto mamá Gero se convirtió en mi comadre.

    A través de los años, mi buen amigo Pablo se ha hecho un nombre en el acontecer televisivo yaracuyano. Al llegar la época de la televisión por cable, tuvo la oportunidad de realizar su propio programa desde donde puedo saber de él, celebrando anónimamente -o invisiblemente, recordando a Arturo Uslar Pietri- las ocurrencias de este gran amigo que con el pasar de los años, hemos venido viéndonos con menos frecuencia pero indudablemente esa gran amistad filial se mantiene intachable en nuestros corazones. Salud querido hermano y el Gran Arquitecto del Universo te siga protegiendo, junto con tu familia (que es la mía) por siempre. 

domingo, abril 09, 2017

NIGUAS EN COCOROTE: UNA HISTORIA ARRANCADA DE LA VIDA MISMA

Es común escuchar el refrán que dice “fulanito o fulanita come más que una nigua” a propósito de chalequear a las personas glotonas, y que hoy; por las circunstancias que estamos viviendo los venezolanos, son las menos que extrañamos y deseamos que nos visiten, je je.

Esta historia nace producto de la lectura de un cuento de Rafael Zarraga de su libro “Contares”, (editado por la UNEY), donde el desaparecido bardo hace referencia de un muchacho ahijado de su abuelo que vino a vivir con ellos en su casa de Campo Alegre, luego que su madre  muriera y que al poco tiempo de estar viviendo con ellos también él muriera repentinamente.

El poeta hace alusión de que éste chamo sufría de “niguas” y que por eso su abuelo lo increpaba  con el propósito de que tuviera el cuidado de “rasparse” los pies. Pero la tristeza del huérfano pudo más que cualquiera situación de cuidado, la muerte lo alcanzó con los pies deformes de tantas niguas incrustadas en ellos.

Vale destacar que hasta mediados del siglo pasado, sufrir de niguas en Cocorote o en casi todos los pueblos rurales yaracuyanos era prácticamente natural ya que se consideraba una enfermedad endémica de la región; es decir, era una enfermedad infecciosa que afectaba de forma permanente o en determinados períodos a una importante cantidad de personas (sobre todo los niños) que por andar descalzos, se contagiaban de manera rápida. Es bueno citar que la enfermedad se genera por una especia de pulga (ácaro) denominada Tunga penetrans, cuando las hembras de la nigua penetran en los pies del huésped, ponen sus huevos bajo la piel y luego, al cabo de pocas semanas, mueren. Suelen dejar los miembros infectados. (el ácaro redondo es la hembra nigua)

Tratando de conocer más sobre el tema, le pregunté a mi longevo amigo Protasio De Luca en su casa de El Calvario sobre esta enfermedad y me refirió que él mismo llegó a sufrir de  Nigua, pero con la llegada del DDT a Cocorote, ésta enfermedad desapareció prácticamente a partir de 1945, año en la cual se utilizó el peligroso organoclorado “Dicloro-Difenil-Tricloetano” para combatir otra enfermedad endémica venezolana: La Malaria.

Esto supone matar dos pájaros con un mismo tiro. A lo mejor muchísimos, pero ciertamente existe conocimiento que la tungiasis, como es conocida la nigua en términos médicos, decayó drásticamente desde el momento en que el Dr. Arnoldo Gabaldón comenzó su campaña antimalárica rociando el DDT luego de haber asistido en la ciudad de Washington como participante de la V Conferencia Panamericana de Directores Nacionales de Sanidad, donde conoció al general James Simmons, quien le informó del polvo blanco empleado con fines militares y que ligado con kerosén, ofrecía un buen efecto sobre el transmisor del paludismo; el polvo sería el tristemente célebre DDT.


Puedo recordar cuando niño que las casas de Banco Obrero tuvieron pintadas en sus porches, las iniciales macabras seguidas por el número de la casa, dejando entrever que fueron fumigadas antes de su entrega allá por el año 1962 a sus residentes iniciales. Para aquel entonces no se conocía de los riesgos de utilizar los órganoclorados con sus efectos colaterales en la naturaleza a largo plazo. Vale acotar que la campaña antimalárica arrancó en Morón el  2 de diciembre de 1945, en un ranchito propiedad de un señor llamado Melecio Castillo, el cual estaba muy cerca de la encrucijada de ese pueblo y que por iniciativa del Club de Leones de Valencia, durante el año 1955 se levantó en el lugar un “Monumento al Zancudo caído” el cual se deja ver en la actualidad para recuerdo de tan importante acontecimiento.