Mi tío Sebastián, en la casa de los Alvarado |
Esta
pequeña biografía de mi Tío Sebastián es inconclusa y tiene algunas lagunas que
se generan por desconocimiento de fechas, como la de su nacimiento y su muerte,
por lo que es necesario que los Pérez Natera apoyen con su conocimiento la
información requerida.
A
principio del siglo XX nace Sebastián Manuel Pérez en Cocorote, estado Yaracuy.
Hijo de Ana Eustacia Pérez y Emiliano Mogollón; posiblemente sea el segundo de
los hijos de ésta unión, luego de nacer Eleuteria, su hermana nacida en el año
1900.
Para
la época de su nacimiento, Cocorote apenas era un pequeño poblado agrícola en
donde sus habitantes, realizaban estas labores desde tiempos inmemorables. Se conoce
que su padre llegó a tener tierras para el cultivo de hortalizas, maní y tabaco
en los actuales predios de la Urbanización San Jerónimo, no obstante, al
parecer Sebastián comenzó a trabajar como barbero en una modesta casa
construida por el mismo en la calle Real de Cocorote (actual Avenida Bolívar,
muy cerca de la Panadería La Estrella) y esta actividad, luego la sumó al de
agricultor, sembrando no solamente en las tierras perteneciente a su papá sino
también en predios de La Acequia.
Al
realizar este tipo de labores, obviamente Sebastián era conocido por los
lugareños. Perteneció al recién creado partido político Acción Democrática, el
cual lo formó como cooperativista, logrando con ello obtener tierras en el
camino de las Cumaraguas el cual queda en el macizo aroeño, uniendo en su
trayecto a Cocorote con Aroa.
Es
bueno destacar que a principios de los años cuarenta hizo familia con Petrica
Natera, oriunda igualmente de Cocorote quien lo acompañó hasta el final de sus
días. En aquellos tiempos contaba con un
terreno situado al frente del Fundo el Cilindro, muy cerca del río San Jerónimo
donde se cosechaba de manera permanente café cerrero de muy buena calidad. Me
comentó alguna vez mi tía Nené, que normalmente acompañaban a mi tía Petrica
junto a Evelia y José Ramón a llevarle comida hasta el terreno para que pudiera
alimentarse.
En
alguna oportunidad que nos visitó en Cocorote, mi tío Sebastían me comento que
luego de la creación de la cooperativa campesina, pudo obtener unas cuarenta y
seis (46) hectáreas de café situadas en la parte alta del macizo, es posible
que muy cercanas a Pitiguao, hoy por hoy intrincado lugar que se encuentra a
1800 msnm y que para aquel entonces vivió largos periodos en esa zona
realizando labores agrícolas en su cafetal. Mi tío me comentó personalmente,
que en lapsos de hasta treinta días apenas hacía contacto con una o dos
personas en medio de la neblina y el frío inmisericorde que siempre reinaba en
el lugar... Estos encuentros comenzaban con los gritos de las personas que
venían o iban hacia Aroa, de tal manera que en medio del clima siempre oscuro
por la niebla, supiera Sebastián que alguien andaban cerca de su humilde morada
en las altas cumbres cocoroteñas.
- - ¿Weeey Sebastián vos donde andáis?
- - Weey, por aquí. ¿Quién anda porai?
- - Soy yooooo vale Sebastián, que voy pa´Aroa….
Estos
encuentros no hacían sino alegrar la vida de Sebastián por algunos instantes
mientras al caminante le ofrecía un pocillo de café y conversaban un poco dentro
de su humilde morada de alta montaña a la luz de una vela de cebo y el
indispensable fogón, para luego despedirse y proseguir el camino. No obstante como
cité, estos encuentros eran realmente ocasionales…
Según
mi tío Bartolo Pineda, al caer el gobierno de Rómulo Gallegos, sufrió algunos
problemas con los militares que tomaron el poder a finales de los años cuarenta
y que continuaron hasta el mandato de Marcos Pérez Jimenez.
Estos
dos elementos, la soledad infinita en sus altas tierras, así como también los
problemas políticos que se generaron por su cercanía al partido Acción
Democrática, le hicieron tomar la decisión más trascendental de su vida:
- - ¿Qué hago yo aquí? Me dijo que se preguntó a
sí mismo en esa soledad infinita mientras lo acompañaba un día hasta el campo
santo de Cocorote…
- - Yo como que más bien agarro mi mujer y mis muchachos
y me voy pa´ Caracas…
Sebastián
Pérez el campesino cocoroteño, sencillamente abandonó la casa en donde alguna
vez había montado una barbería dejándola al cuidado de una familia amiga y por
otro lado, aquellas matas de café de su propiedad ubicadas en las cumbres
cocoroteñas no volvieron a saber más nunca de él.
Ese
ímpetu con que siempre actuó, le hizo prontamente unirse a algunas actividades en
la capital venezolana. Es bueno citar que, junto a otros recién llegados, en su
mayoría campesinos que migraron a Caracas en búsqueda de un futuro promisorio, desarrolló
acciones para la creación del barrio Gran Colombia en la Capital. Ya en sus
cuatro paredes, vinieron llegando la mayoría de su numerosa prole que, a pesar
de las vicisitudes normales, siempre contaron con cama, comida y techo.
Ocasionalmente
venía a Cocorote a visitar a su mamá y a su papá. Luego de la muerte de ambos,
el de Emiliano en 1955 y el de Tata en 1971, no pudo olvidar su lar nativo y
prosiguió con sus visitas temporales a la casa de mi mamá en Banco Obrero para
pasar buenos momentos con mi abuela mamaíta Emilia (hermana de él). Recuerdo
claramente que alguna vez llegó acompañado con un bando de al menos quince
personas el cual estaba integrado por algunos de sus hijos y por vecinos de su
comunidad capitalina. Ese fin de semana
fue inolvidable, la comida y bebida corrió por cuenta de los visitantes y una
larga cantidad de motos, un jeep y si mal no recuerdo un maverick bien cuidado,
andaban del timbo al tambo por todo el pueblo con su sana algarabía al son de
la salsa.
Entre
las cervezas y la parranda, hubo también la visita al cementerio donde acompañé
a mi tío como todas las veces que yo andaba atravesado y él estuvo por aquí. En
esa oportunidad lo acompañé hasta la tumba de Tata y aprovechó de acercarse a
una pequeña tumba pintada con avestina azul (y que hoy mantiene trazos de ese
color) señalándome que le hiciera el favor de mantenerla limpia del bravo pajonal
cuando anduviera de visita a los muertos ya que se trataba de un pequeño hijo
que tuvo con mi tía Petrica pero que murió pequeño. Hasta el sol de hoy cumplo
con esa misión..
Tristemente
no asistí a su funeral. Según lo poco que sé es que se encuentra enterrado en
el Cementerio General del Sur y espero que esta pequeña biografía me ayude a
conseguir datos para el olvidado árbol familiar que llevo. Fuerte abrazo a
todos los Pérez Natera.